La heliofobia tiene dos significados: en psicología se refiere a un miedo morboso a la luz del sol, y en medicina heliofobia o fotofobia se refiere a una sensibilidad excesiva al sol. La heliofobia es un problema que padecen cientos de personas, pero que aún no se ha investigado. Algunos estudios sugieren que la gente evita el sol por miedo al cáncer de piel. Como la heliofobia obliga a quienes la padecen a permanecer en interiores, provocará una deficiencia de vitamina D que puede corregirse con suplementos de esta vitamina.
El individuo heliófobo puede temer cualquier luz brillante. El término deriva del griego helios – sol y phobos – miedo. La persona puede tener una afección cutánea aún no diagnosticada que le haya causado sensibilidad y quemaduras graves en el pasado. La persona puede haber sido testigo de las reacciones negativas y temerosas de otros cuando se exponen al sol. Los síntomas son individuales y varían. Algunas personas que experimentan miedo pueden empezar a sudar o sentir náuseas. En el polo opuesto, otras se ven gravemente comprometidas por la fobia, de modo que pueden experimentar ansiedad y ataques de pánico.
La gran mayoría de los casos de heliofobia son autodiagnosticados. El individuo se da cuenta de que su miedo al sol es irracional y compromete gravemente su capacidad para desenvolverse en el día a día. Cuando el miedo se vuelve lo suficientemente intenso como para afectar a la vida del individuo, hay una serie de terapias que pueden ayudar: asesoramiento psicológico que enseñará a la persona a reconocer y controlar su fobia, hipnoterapia, terapia de exposición, técnicas de relajación, grupos de apoyo, terapia cognitivo-conductual y medicación ansiolítica.