Qué es la acustofobia
La acustofobia (también llamada fonofobia) es el miedo a los ruidos y sonidos fuertes. Este tipo de miedo es innato en los seres humanos. Pueden desencadenar una reacción inmediata para protegerse del peligro. La acustofobia afecta sobre todo a los niños, porque son más sensibles al ruido que los adultos.
Pero, ¿cómo se origina la acustofobia? En el momento en que una persona experimenta un trauma relacionado con sonidos o ruidos fuertes, esta experiencia negativa se almacena en su mente. Así, cada vez que entre en contacto con un ruido fuerte, su mente lo relacionará inmediatamente con el trauma sufrido en el pasado; y así es como surge la fobia. Se trata básicamente de una respuesta natural que el organismo utiliza para protegerse.
La fobia acústica, o fonofobia, también puede estar relacionada con otras enfermedades importantes, como un trastorno de ansiedad, misofonía o hiperacusia. El autismo también está estrechamente relacionado con esta particular fobia o miedo a los ruidos fuertes en proximidad.
Hay que decir que cada individuo con acustofobia reaccionará de forma diferente a los sonidos. Incluso los miembros de una misma familia reaccionan de forma diferente a los ruidos o sonidos fuertes. Por lo general, las reacciones varían desde una simple migraña hasta un verdadero estrés postraumático.

Cada individuo, por tanto, tiene una capacidad única para hacer frente a la misma situación. Algunos podrán soportar los sonidos fuertes mejor que otros, y esto es lo que marca la diferencia de una persona a otra.
Fobia acústica: ¿cuáles son los síntomas?
En una persona con acustofobia, el nivel de miedo a los ruidos fuertes puede variar en función de la gravedad de la fobia. Por lo tanto, los pacientes pueden mostrar síntomas y signos diferentes. Algunos, por ejemplo, pueden mostrar el impulso de huir del entorno ruidoso; otros pueden mostrar síntomas como sudoración, desmayos, etc.
Normalmente, sin embargo, las personas con este miedo tienden a mostrar reacciones extremas. Una de ellas es evitar por completo los lugares o entornos en los que existe la posibilidad de encontrarse con ruidos o sonidos fuertes. Por lo tanto, tenderán a evitar los fuegos artificiales, las autopistas, las ciudades abarrotadas de gente, etc.
Se trata de una fobia que no hace que quien la padece lleve una vida completamente normal; sobre todo si la persona se ve envuelta en un ataque quizá en presencia de mucha gente. A estas personas les resulta difícil concentrarse en su trabajo en la oficina, porque siempre temen que un sonido o un ruido pueda aterrorizarles. Pero se trata de una afección que tiene graves repercusiones no sólo en la vida laboral, sino también en la personal.
Si un adolescente padece esta fobia, por ejemplo, se ve obligado a renunciar a participar en actividades deportivas porque la mayoría de los deportes se practican en un estadio ruidoso.

Los adolescentes fotofóbicos pueden entrar fácilmente en pánico o traumatizarse ante determinadas situaciones. En este caso, su primera reacción es taparse los oídos, para intentar escapar de lo que les provoca tanto miedo.
Esto supone un problema para su vida social, porque les impide establecer vínculos con amigos y familiares. Pero, ¿cuáles son los síntomas más frecuentes que pueden experimentar quienes padecen esta fobia? A continuación enumeramos algunas de ellas:
· Ataque de pánico: síntoma principal de la fonofobia o miedo a los ruidos fuertes.
· Desmayo.
· Ganas de escapar.
· Náuseas o mareos
· Cambio extremo de humor como reacción a un sonido fuerte.
· Miedo extremo a los sonidos fuertes.
· Sudoración excesiva.
· Latidos irregulares.

Factores de riesgo
A continuación se indican algunos factores que pueden aumentar el riesgo de padecer acustofobia o fonofobia.
La edad. Como ya se ha mencionado, el riesgo de desarrollar acustofobia es mayor en niños menores de 13 años. Los síntomas pueden empezar a aparecer incluso antes de los 10 años.
La familia. Si alguien de la familia ya padece algún tipo de fobia, aumenta el riesgo de que los niños desarrollen una fobia ellos mismos. Esto ocurre porque los niños pequeños crecen viendo cómo los miembros de su familia reaccionan de forma desproporcionada ante determinadas situaciones; y cuando crecen, ellos también pueden adoptar el mismo comportamiento.
Temperamento. El carácter y el temperamento de una persona también pueden ser factores de riesgo. Si una persona es especialmente sensible, mayor será el riesgo de padecer una fobia como la acustofobia.
Trauma. Las personas que han sufrido un trauma relacionado con ruidos o sonidos fuertes en el pasado corren un alto riesgo de padecer acustofobia. De hecho, la mente puede desarrollar un miedo permanente que más tarde se convertirá en una fobia.

¿Cuáles son las complicaciones?
Para las personas que no padecen esta afección, puede resultar realmente tonto asustarse por sonidos o ruidos un poco más fuertes de lo normal. Pero para las personas que sufren acustofobia, puede ser realmente muy difícil combatirla. Se trata de una fobia que puede complicar enormemente varios aspectos de la vida de quien la padece:
El aislamiento social, como ya he mencionado, puede convertirse en una complicación de la fotofobia. La tendencia del sujeto a evitar a la familia, los amigos y los lugares excesivamente ruidosos podría tener un impacto negativo en la vida social del paciente.
La depresión también puede ser una complicación debida a la fobia; y es especialmente frecuente el desarrollo de trastornos de ansiedad. La soledad y el aislamiento también hacen que el sujeto sea propenso al abuso de alcohol y drogas. Algunos pacientes con una forma grave de acustofobia pueden incluso intentar suicidarse.
Cómo diagnosticar y tratar la acustofobia
Por desgracia, ninguna prueba de laboratorio es capaz de diagnosticar ningún tipo de fobia. Sólo los psicólogos y psiquiatras pueden llegar a un diagnóstico definitivo mediante entrevistas clínicas. La entrevista consiste básicamente en preguntas sobre los síntomas y el historial médico del paciente.
Si el diagnóstico confirma una fobia de este tipo, el mejor tratamiento para combatirla es la terapia de exposición.

Durante este tipo de terapia, la persona se expone inicialmente a su miedo en circunstancias controladas. De este modo, se ayuda al paciente a aprender a enfrentarse a la fobia y a combatirla. La elección del tratamiento depende entonces de varios factores, como la gravedad de la afección.