Miedo al conflicto: cómo afrontarlo

Superar el miedo al conflicto para expresarse.

Cuando oímos hablar de conflicto, pensamos casi inmediatamente en situaciones de enfrentamiento y lucha.

Para muchos, conflicto es sinónimo de guerra, de violencia, pero ¿puede realmente entenderse sólo en ese sentido?

Qué es un conflicto y por qué se le teme

Empecemos diciendo que el conflicto es una situación caracterizada por una incompatibilidad a nivel de pensamientos y/o emociones, que podemos sentir que tenemos con una o varias personas en diferentes ámbitos de nuestra vida.

A menudo es por esta razón por la que la mayoría de nosotros evitamos el conflicto, precisamente para evitar cuestionar nuestros propios pensamientos y evaluar los de los demás.

Esto puede conducir a un miedo al conflicto, que se manifiesta en el temor a crear una discusión, con la consecuencia de que a menudo las personas acaban eligiendo el camino del silencio como autodefensa.

Detrás de los que presentan el miedo al conflicto se esconde a menudo la convicción de que siempre hay que llevarse bien con todo el mundo: por eso se evita cualquier motivo de “conflicto”, con estas premisas. Así, uno acaba dejando pasar las cosas en muchas situaciones, con la intención de preservar la paz y la serenidad de la relación. En realidad, esto sólo acumula mucho malestar y frustración.

El verdadero valor del conflicto

Aunque el conflicto suele asociarse a significados negativos, hay que decir que en realidad es un elemento indispensable de las relaciones.

Al fin y al cabo, sólo confrontándonos con los demás podemos esperar crecer, evolucionar e incluso cambiar de opinión.

Una vida caracterizada por la falta de conflictos es una vida insana y vacía en la que no hay oportunidad de mejorar y compartir.

Dicho esto, ¿por qué muchos temen los conflictos?

Miedo al conflicto: de dónde viene

A menudo, la base de este miedo es un trauma vivido en el pasado.

Quienes tuvieron que sufrir prevaricación y agresividad de niños pueden tener cierta resistencia al conflicto, para no tener que volver a experimentar ciertas emociones.

Quienes han sido testigos de frecuentes disputas familiares pueden haber aprendido que sólo evitando el conflicto se puede uno comunicar eficazmente.

Pero como hemos dicho antes, al evitar el conflicto sólo acumulamos frustración e ira, y esto puede ser más peligroso que un conflicto que, si se maneja bien, puede tener en cambio implicaciones positivas y terapéuticas.

Sí, porque el problema no es tanto el conflicto como la forma de gestionarlo: un conflicto que presupone un intercambio civilizado y respetuoso de las respectivas ideas sólo puede ser constructivo. Por el contrario, será destructiva.

Cómo construir un conflicto constructivo

En primer lugar, hay que partir de la base de que la paz no es la ausencia de conflicto.

Por el contrario, la paz proviene de saber afrontar los conflictos.

Para ello, primero hay que cambiar la visión del conflicto y empezar poco a poco a evitarlo.

Empoderarnos con el conflicto

El primer paso importante que hay que dar es tomar conciencia de que los conflictos forman parte de nuestra vida y que tienen un principio, pero también un final, aunque sólo si se afrontan. En este sentido, se hace necesario autorizarse a la posibilidad del conflicto.

Evitarlo sólo servirá para reforzar los prejuicios al respecto.

Escuchar para ser escuchado

Una vez hecho esto, empieza por escuchar (donde ya eres muy bueno): escucha el punto de vista y las razones de la otra persona. A continuación, pide que te dejen opinar. De esta forma te habrás dado la oportunidad de hablar, será más fácil intentar identificar estrategias para hacer avanzar la relación.

Utilizar una comunicación asertiva

Para ello, es necesario cultivar la propia asertividad: sólo las personas asertivas son capaces de afrontar y gestionar un conflicto.

Las personas asertivas son capaces de ver el conflicto como una oportunidad para entenderse mejor.

Superar el miedo al conflicto

Entrénate empezando poco a poco, ya que al principio te costará opinar sobre todo. Pero hay que empezar por algún sitio.

Expresen sus discrepancias, enfréntense y expongan sus ideas y temores, intentando explicar su punto de vista, pero sin acusar al otro ni pedirle que haga lo mismo.

Después, elige, sabiendo que al menos has expresado tus necesidades. Sin duda, esto resultará mejor que reprimirlos o hacer como si no hubiera pasado nada.

Ser asertivo significa precisamente eso, expresar tus ideas, con claridad y honestidad, sin ofender a tu interlocutor.

Ésta es la mejor manera de gestionar un conflicto: nos volvemos asertivos cuando dejamos de pretender ganar al otro, y en su lugar elegimos formar equipo con él.

El conflicto no es una batalla que haya que ganar. De hecho, es posible salir ganador.

Afrontar los conflictos de este modo sólo puede darte más serenidad y también hacerte sentir más ligero.

¿Cuánto cuesta guardarlo todo dentro? Empiece a actuar y pronto descubrirá la diferencia.

Estaremos encantados de escuchar lo que piensas

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